Wednesday, April 14, 2010

Caprichos del Destino

Solo somos un dardo en la ruleta del destino. Así como las nubes desnudan su misterio sobre el impío desierto, nuestra suerte la jugamos cada minuto, sometiendo nuestras almas a los caprichos del universo. Desde hacía tres meses, Hais no veía una gota de lluvia. De vez en cuando, un nubarrón cruzaba el desierto mansamente, esperanzado a la humanidad que las velaba impotente, para despedirse con la tibieza melancólica de su imperceptible fuga. Hoy no fue así. El ardor del mediodía predecía un día corriente: sumisión absoluta a los antojos del sol. Repentinamente, el vientre del azul del cielo engendró una tormenta que hundió a Hais en dos pesos de agua. Melcochosos ríos de lodo navegaban indiferentes las calles del pueblo olvidado, mezclando todo en su paso en un exquisito grumo fangoso. Mientras las almas del desierto desbordaban su bienestar fusionando sus pies desnudos en el pantano de arena, la esposa de Bakheel estaba ocupada procreándole su segundo chiquillo. Aunque el día parecía estar lleno de bendiciones, otros eventos se acaecían paralelos en las misteriosas jugadas del destino.

Hace unos meses, Hais recibió su nuevo gobernador, Abdul Karim Moseihi. Al llegar a Hais, Abdul Karim nos encomendó una criatura cuasi angelical, su hija Hiba. A sus catorce años, Hiba nunca había acudido a la escuela debido a un pequeño retraso que la había confinado a su hogar. Su padre, luego de visitar nuestras oficinas y observar el excelente trato ofrecido a los discapacitados, decidió personalmente llevarnos a Hiba todos los días para ingresarla en nuestro programa vocacional. Con su incumbrable sonrisa y aura de paz, Hiba conquistó nuestros corazones rápidamente. Todas las mañanas entraba a mi oficina para saludarme cariñosamente, siempre temblorosa y palpitante, como una flor rebosante un día de primavera. Esta mañana fue igual que todos los días. Entró tímidamente y me ofreció un Salaam Al Aykun (Que la paz este contigo), y debido a que estaba en una reunión, se lo devolví apresurado para seguir con mis afanes. Unas horas después, mientras el aguacero empapaba el meollo de Hais, Bakheel me invito a celebrar el nacimiento de su nuevo hijo. Me dirigí a su casa contento, con mis pies alzados sobre el motor que navegaba como una barcaza las corrientes de agua que sumían al pueblucho en su devenir. Una docena de niños jugaban bajo la lluvia, recibiendo aquel extraño evento entre carcajadas y sonrisas. Un grupo de hombres estaban sentados en la acera, resguardándose del agua bajo una lona agujereada, mientras sus miradas se perdían en la vacuidad del tumulto. Hombres, mujeres, y niños parecían compartir la misma levedad de espíritu fecundada en el glorioso llanto del cielo.

La casa de Bakheel estaba como de costumbre: sumergida de lleno en los hechizos del Qat. La catinina, aquella misteriosa sustancia engranada en el núcleo de la idiosincrasia Yemenita, ya estaba procreando el usual silencio que se acontece al final de toda masticada. Desde la ventana, un algarabío se forjaba en medio del cementerio, mientras traían el cuerpo de un adolescente que se había quitado la vida. “Aparentemente fue un suicidio”, dijo Bakheel, confundiendo la alegría de su nuevo retoño con el enmarañado sentimiento que provocan aquellos que se arrebatan la vida. “Su hermano lo encontró con una soga en el cuello”, comentó Abdullah, su boca pulsando despacio las migajas del verdor en su boca. Entre todo el embrollo, me extrañaba la afonía con la que todos observaban al fallecido, sus rostros tiesos bajo la lluvia. “El Islam condena el suicidio total y absolutamente”, dijo Bakheel, como leyendo los pensamientos que se agolpaban en mi mente. “Que irónica es la vida. Mientras unos nacen otros se quitan la vida”, comenté sosegado, un poco abrumado con toda la conmoción. “Así es hermano, estamos sumergidos en un misterio incapaz de descifrar”, murmura Bakheel, brindándome una media sonrisa entre la grima y el bienestar. “¿Pero qué podemos hacer? Con el único que podemos contar es Allah. El es que sabe los secretos de nuestro destino, y en momentos como este, solo nos queda aferrarnos a Él”, comenta Abdullah, su mirada serena mientras los tres vislumbramos la escena que sigue desvelándose en el cementerio.

El llamado a la oración comienza a retumbar el atardecer entre la resonancia de la lluvia sobre el lodo, mientras celebramos la vida y la muerte en medio del desierto. De repente, Mohsen Ahmed interrumpe nuestro encuentro. “El gobernador y su hija han tenido un accidente fatal. Los dos han muerto en la carretera. Al parecer, al salir de la oficina de ADRA al mediodía, se dirigieron a Tai’z para visitar a su familia, y en medio del camino, el carro se volcó matándolos a todos”. Y así como nacemos, sollozando aterrorizados por el fulgor doloroso de esta vida despampanante, así se despidieron Hiba y su padre, suspendiendo sus almas en la despiadada autopista. Aquella tarde, regresé a mi hogar en silencio. La lluvia se había calmado, y los vendedores que se avecinan a mi hogar estaban de regreso, montando sus carpas y limando sus cuchillos. La luna se descubría detrás del sigilo de las nubes, irradiando su tenue luz sobre el desierto templado. El destino de cada hombre seguía oculto detrás de las miradas, y el final de otro día en Hais había llegado.


Abdul Rakim y yo, una semana antes de su muerte

9 comments:

  1. Que final tan triste para una bella persona como Hiba. Son cosas que al final pasan en todas partes del mundo y no solo confinadas a una sola. Tal vez fue para bien aunque ¿quienes somos para juzgar los designios del destino de esta y su padre marcados por Dios? Solo podemos suponer que Dios necesitaba mas ángeles allá arriba y se valió de uno de sus seres mas preciosos aqui. Admiro mucho tu blog y espero continuar leyendo estas experiencias tuyas en este país tan diferente al nuestro. ¡Ah por cierto! Espero con muchas ansías el documental de Pinky que aun no se estrena aqui. Un abrazo y te cuidas. Ya te seguiré leyendo por Twitter.

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  2. Wow! que fuerte esta historia de ese padre y su hija, que horas y dias antes habian compartido contigo y la vida se le difumino en cosas de segundos. Estamos aqui mi hermano en esta tierra intentando hacer la buena obra, pero no sabemos cuando se nos caduca nuestro carnet de la vida. Solo tenemos que agarrarnos de Dios y que sea El que decida hasta cuando estamos aqui con los demas mortales. Espero que sigas bien y me imagino que estos dias han sido muy dificiles para todos en la oficina como para ti tambien. Un abrazo mi hermanaso y hablaremos pronto.

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  3. Balbaro viejo..que te digo es triste...pero la vida sigue...hay que darle pa lante para ver donde eh que uno va caer...un abrazo mi hermano.

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  4. Según he leído este es tu último post desde Yemen, que pena! Este es mi blog favorito. Me apena mas que te despidas de Yemen viviendo esta triste experiencia que nos demuestra que no podemos dar nada por sentado ya que somos seres cuya vida pende de un hilo. Espero seguir leyendote no importa desde donde escribas. Muchas bendiciones para ti, se que has hecho un excelente trabajo desde alla. Un abrazo.

    Dianelva.

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  5. No habia tenido contacto con tu blog, y acabo de hacerlo a travez de un enlace del sitio remolacha.net.Entiendo que has sifo un vehiculo hoy de Dios para entender que mi vida no es tan complicada como creo. Que debo de dejar a un lado tantas inquietudes banales porque hay mucho de mis hermanos que estan peor que yo

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  6. QUE DIA Y JUSTO AL FINAL.............

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  7. Que noticia tan triste!!. Triste para los que nos quedamos es este mundo y que aun no hemos acabado la jornada.

    Hiba la conoci cuando visite Yemen. Me parece oir su dulce vocesita!! Henna, Henna!! me decia. Queria que la hermana de Rita le pintara las manos con Henna. Super tierna y cariñosa!! Comimos juntas con todas las compañeras de trabajo de alan en Hais. Se paso la tarde junto a mi. Definitivamente Hiba era un angel Hoy el padre la tiene junto a El, con su padre terrenal que le toco hacer el viaje con ella. Regresó a su verdadero hogar! A donde todos iremos al final de esta ilusion.....

    Mary

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  8. Hiba!! me parece estar oyendo tu dulce voz susurrar a mi oido:Henna, Henna!! Que es lo que quiere?, le pregunte a Rita?, que le pinten las manos me respondio.

    Es que nos pasamos la tarde juntas. Comimos en casa de Rita con todo el staff femenino de Alan en Hais. Hibba era una niña preciosa! Super cariñosa. El ser mas tierno que he conocido.

    Hiba! Has descansado de esta ilusion. Ahora estas en tu verdadero hogar. Algun dia nos volveremos a ver!

    Mary

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  9. Desde el año pasado comence a leer tu blog a trves de remolacha y me pone nostalgica y me remonta a mis años de pequeña (tengo mas de 40) cuando lei las mil y una noches, he leido mucho (me creo yo) pero tus narraciones son tan vivas que me creo estar ahi.
    bendiciones
    Dios te proteja

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