Sunday, August 30, 2009

Tai'z y la Inolvidable Aventura en Busca de Carne de Camello

Ha caído la tarde sobre este pueblo fantasma y yo sigo durmiendo. Las interminables noches de Ramadán nos han anestesiado a todos. Aunque el mercado parece estar abierto, los comerciantes le han confiado sus productos a Allah, y quitados de bulla dormitan sobre cualquier superficie plana. El desierto esta calmado, posiblemente influenciado por el sosiego de sus huéspedes. En el medio de este dulce letargo, mi celular irrumpe el sagrado silencio: “Salam alaykun”, le voceo al receptor, tratando de transmitirle mi irritación por haberle puesto fin a mis dulces sueños. ”Alan, quieres irte con nosotros a Tai’z? Queremos brindarte un plato de carne de camello!”, me murmura Bakheel, en un intento de suavizar mi tono. “Carne de camello? Pues claro que quiero ir! En qué tiempo nos vamos?” pregunto interesado. “Pues ya!”.
Mientras me monto en la van, siento mi corazón latir de prisa. Es un efecto secundario del saber que territorios desconocidos están a punto de ser explorados. Mientras el chofer prende el vehículo, un silencio aterrador se apodera de todos los pasajeros. El Corán se escucha en la radio. Es preciso que las bocas se cierren y los oídos se afilen, ya que en Ramadán la música está prohibida durante el día, y todos los que estén despiertos deben escuchar el libro sagrado que se escucha en absolutamente todas las emisoras. Mientras me voy sumergiendo en un estado contemplativo producido por los hipnóticos versos Coránicos y el monótono paisaje del desierto, noto que a lo lejos se comienza a vislumbrar un paisaje distinto. La región de Tai’z ya comienza a reflejar su naturaleza. El repentino bajón de temperatura es bienvenido por todos, que anhelaban ponerle fin al eterno calor de Hays. Una hora más tarde, Tai’z nos recibe con un aguacero torrencial. Llegamos al hotel corriendo y empapados, medio muertos del hambre y el cansancio. Luego de recibir nuestra habitación, esperamos impacientes para que la lluvia se aplaque. En el trasfondo, escuchamos el llamado a la oración, que parece ahogarse en una diáfana mezcla de agua y devoción. Mientras escucho la dulce melodía, noto que mis compañeros están confundidos. “Ayúdanos a buscar la dirección Alan, que debe estar aquí por algún lado”, me dicta Hassan. “Qué dirección Hassan, para donde vamos a ir con este aguacero?”, pregunto confundido. “No Alan, me refiero a la dirección en la que debemos orar”, me contesta Hassan mientras mi confusión se dobla al cuadrado. “Ya la he encontrado!”, vocea Bakheel. “La han puesto detrás del televisor”, nos comunica, orgulloso de haber encontrado el pergamino. Mientras asombrado estudio el edicto, que tiene una foto del Kaaba y una flecha, Abdullah me explica que es un deber de todos los musulmanes orar en dirección a la Meca. “Pero Abdullah, pensaba que solo las mezquitas tenían que estar en dirección a la Meca, no tenía idea de que también había que orar en esa dirección”. “Si Alan, y no solo eso; no sé si te has dado cuenta, pero todos los inodoros en Yemen están diseñados en sentido contrario a la Meca”. Antes de que Abdullah notara mi quijada, que estaba a punto de desprenderse, me excusé para salir a tomar un poco de aire y darle privacidad para que oren.
Horas más tarde…
Continuará

Wednesday, August 26, 2009

La Fuerza del Islam

Esta foto la tome desde la ventana de mi apartamento.
Como podran notar, el Yemenita aprovecha cualquier espacio
para orar. Cualquiera!





Haciendo Las Paces Con el Universo: Nuestro Deber Y Salvacion

Estoy aquí, en el corazón de la tierra temida, en el hogar de los ancestros de Osama Bin Laden, en el país natal de casi un quinto de los presos en Guantánamo, adonde supuestamente las mujeres son oprimidas, pisoteadas y maltratadas; en el centro de la región más distorsionada, menos entendida, y con la peor reputación del mundo occidental. Cuando busco Yemen en Google, lo primero que leo son todas esas características que convencen a cualquier ingenuo de que realmente este es el centro de la afamada expresión Bushiana, “el eje de la maldad”. Y nos dejamos llevar, ceñidos por la fuerza de nuestra angosta capacidad para cuestionar a los poderosos medios de comunicación, que constantemente moldean nuestra conciencia haciendo de ellas lo que les place. Y estimados paisanos, que gran mentira nos han vendido! De la misma manera que podemos definir a Yemen con todas las características con las que abrí este escrito, podemos definir a nuestra tierra como “República Dominicana, tierra natal de Quirino Paulino y Florián Félix, puente principal de narcotráfico entre Colombia y Estados Unidos, isla caribeña donde te matan por cien pesos y te encañonan por menos”. Y queridísimos lectores, todos sabemos que esas no son las características que definen nuestro bendecido país. Esas son las acciones de un ínfimo número de psicópatas que residen proporcionalmente en todos los países del mundo, y no nos podemos permitir reducir la grandeza de una cultura por la acción de esta quebrantada minoría que ha perdido su norte. Como ciudadanos del siglo 21, es imprescindible que nos acerquemos a esta región con un espíritu de hermandad, con un aliento de fraternidad, y con el corazón abierto de par en par. Luego de más de un mes residiendo como “un Yemenita más” en una de las zonas más remotas de esta recóndita tierra, es mi deber gritarle al mundo la inmensa cantidad de amor, generosidad y esplendidez que me han brindado la mayoría de personas que se han atravesado en mi camino. Quiero recalcarles una y otra vez que no podemos juzgar lo que no conocemos ni medir toda una cultura por nuestra estrecha idiosincrasia. Para que el futuro de nuestra tierra no sean las sobras de un “choque de civilizaciones”, es nuestro deber individual de reconocer que aunque nos separen mil y un características, esto no debe incrementar el espacio que nos separa. Todo lo contrario, esto debe ser una razón para que nos alegremos de la increíble diversidad que hacen de nuestro universo un lugar muy especial.

Tuesday, August 25, 2009

El Espiritu de Ramadan

Soy uno más en esta jauría de hombres hambrientos. Todos estamos plenamente concentrados en nuestra mesa. Las bocas están selladas; ya nadie tiene fuerzas para estar dialogando. Las mesas están cubiertas de todos los alimentos que puede albergar la imaginación. Mientras el restaurante se sumerge en un tenso silencio que parece durar toda la eternidad, nuestros oídos están sintonizados con los altoparlantes de las mezquitas que ya en cualquier momento pondrán final a la angustia colectiva. Cinco, cuatro, tres, dos, uno; Hodeidah se ahoga en la anhelada cadencia; se ha desatado la furia! Con la soberbia de un huracán, más de doscientos individuos hemos comenzado a aplacar el hambre que nos había torturado toda la tarde. Mientras mastico, por primera vez entiendo lo que significa vivir en una cultura pluralista. Significa que no hay nadie en este pueblo que el día de hoy no haya guardado ayuno. Explica la razón por la cual todos nos pongamos la misma ropa (sí, yo también!), oigamos la misma música (ahi me excluyo), y aceptemos las cosas como son, sin cuestionar mucho las razones ni el estatus quo. Por eso estamos todos aquí, con un hambre de perros, todos compartiendo este momento juntos. Aunque esta idea a muchos Occidentales les parece aterradora, ya que en cierta forma es un suicidio del ego, hay una cierta serenidad en el alma, una alegría común, una cierta familiaridad que penetra el ambiente, y una fuerte conexión con aquellos que te rodean. Mientras disfruto de unos dátiles que mágicamente cubren todo mi paladar, empiezo a comprender la razón por la cual cada vez que entro a un restaurante, muchas de las mesas me invitan a comer de sus platos. Deduzco la razón por la cual todo el mundo parece estar continuamente dándole dinero aquellos que andan pidiendo (aunque estos no tengan nada sobre la cual caerse muertos!). Y sobre todo, entiendo la razón por la cual en esta enorme tribu llamada Yemen, con todo y su extrema pobreza, existe una enérgica solidaridad que supera todos los obstáculos que interfieren en la supervivencia de sus orgullosos habitantes.

Sunday, August 23, 2009

Noches de Ramadan

Medianoche. La luz de la lámpara arde fervorosamente en esta pequeña habitación que alberga una familia completa. Las voluntades andan alejadas del presente, ya sumergidas en el silencio profundo que engendra tres horas masticando Qat y una frondosa hartura. El calor de la noche se refleja en nuestra frente, siendo esta una exposición de los efectos del sudor y la gravedad. Luego de un largo día sin beber ni comer, los pobladores de Hays se escuchan en el trasfondo de las sombras como difuntos que han revivido de un largo sueño. Custodiándolos, los melodiosos versos del Corán son leídos por todas las mezquitas que con sus altoparlantes infunden el ambiente de un aura sagrado. Es el noveno mes del calendario Islámico. El mes donde las bocas se cierran y las almas apuntan al cielo, en un intento febril de acercarse al Creador.

Siete horas antes, Hays agonizaba. El hambre se había adueñado del pueblo en un intento fallido de estrangular la devoción de sus habitantes. Ya todos rondaban los mercados, temblorosos e irritados, comprando todo tipo de alimentos para satisfacer el monstruo que yacía en su interior. El iftar, la abundante cena con la cual se rompe el ayuno, ya casi se hacía realidad. Desesperados, todos esperaban a que las mezquitas indicaran el final de su impuesta tribulación. El propósito final de la abnegación ya comenzaba a manifestarse en la conciencia de todos: limpiar el alma y cultivar la disciplina interior, el sacrificio, y la empatía por aquellos que tienen menos. Durante Ramadán, el mes en que los primeros versos del Corán le fueron revelados al profeta Mahoma, el mundo Árabe se entrega a la devoción y hace del Islam su máxima prioridad. Es un período para la reflexión, para la oración, y para doblegar al cuerpo por medio de la disciplina corporal. Es también una época para compartir con los demás y profundizar las relaciones familiares.

Cuatro de la mañana. En lo más profundo de la noche, el Sahur ya se ha comenzado a servir. Es la última oportunidad para alimentar el organismo antes de que las mezquitas anuncien el Fajr, el momento en que se restablece el ayuno y se prohíban las relaciones sexuales. Los habitantes de Hays ya los encorva el sueño y el cansancio, y lentamente comienzan a caer redondos en sus camas. Se termina un largo día en el sagrado mes de Ramadán. Mientras tanto, yo sigo la ley de Roma y me adhiero a lo estipulado: Cuando en Roma, haz como los Romanos.



Saturday, August 22, 2009

Buscando el Amor en Tierra Yemenita

El Amor en Plural


“Alan, sabias que tenía cuatro esposas hace 5 anos?”, me preguntaba orgulloso Thabit Ata, un profesor retirado que ahora se dedica a deleitar las reuniones de Qat con sus ingeniosidades y ocurrencias. “Si, y no te imaginas la pesadilla que fue esa. Para decirte, me divorcie de las cuatro y ahora estoy más feliz que nunca.” “Y porque te divorciaste de todas Thabit?”, le preguntaba interesado, en mi cabeza albergando cien preguntas más. “Oh Alan, esas mujeres querían andar solas todo el tiempo. A mí no me gusta que mis mujeres anden rondando por las calles sin mis hermanas o primas. Imagínate, una mujer andando por ahí sin ningún tipo de supervisión”. Como muchos sabrán, el Islam le permite al hombre casarse con hasta cuatro mujeres. Para esto, es imprescindible que el hombre disponga de suficientes recursos y pueda ofrecerles una calidad de vida similar, nunca favoreciendo a una sobre las otras. En Hays, entre los hombres de generaciones anteriores, esta organización familiar es muy común, algunos teniendo hasta treinta y cuarenta hijos. No han sido pocas las veces que me han dicho oraciones como esta: “yo soy el quinto hijo de la tercera esposa de mi padre”, o “yo soy el primogénito de la cuarta esposa de mi padre”. En estos días le pregunte a Hassan cómo puede un hombre sobrevivir sexualmente con cuatro mujeres en la misma casa. “Bueno Alan, cada quien tiene su calendario. Cada día de la semana le toca a una mujer diferente, y es importante no complacer a la misma mujer dos veces sin haber complacido a todas las demás antes. Por esa y un millón de otras razones es que yo solo quiero a Rita. Solo quiero una mujer en mi trono”. La generación de Hassan, aquellos con menos de treinta años, aparentemente han aprendido de las generaciones anteriores, la mayoría solo deseando casarse con una sola mujer. “También Alan, la vida ahora está demasiado cara para poder mantener a tanta gente”.


El Amor en Singular


“Hassan, y como te llegaste a enamorar de Rita sin haberle nunca visto el rostro”? , le preguntaba intrigado. “Bueno Alan, aquí en Hays, los hombres mandamos a nuestras hermanas y madres a conocer a nuestra posible esposa, y estas nos aconsejan si la mujer vale la pena o no”. “Hassan, pero como vas a confiar en la opinión de otros? Eres tú que te vas a pasar la vida con esta mujer!”. Mientras Hassan se preparaba para contestarme su cara se llenaba de un talante culpable, y en tono muy bajito me contesta: “No le digas a nadie, pero hace unos meses vi su rostro en su identificación en el archivo de recursos humanos. La mujer es hermosa Alan, hermosa.” Aunque el caso de Hassan y Rita es un amor bilateral, en muchos casos, el hombre elige a su mujer de manera ciega, influenciado mas por las posibles relaciones familiares que va a conseguir, o por la cantidad de dinero que puede pagar. “Bueno, si me la ponen muy difícil en Hays, me voy para Tai’z!”, me decía Ahmed, un adolescente que vende frutas en frente de mi casa, hormonalmente expresando su deseo de conseguir una esposa lo más pronto posible. “Y porque Tai’z Ahmed?”,preguntaba curioso. “Alan, no sabías que en Tai’z las mujeres son mucho más baratas que en Hays”, me respondía como si el dato fuera algo mundialmente conocido. “Allí puedes conseguir una mujer decente por hasta cien mil riales (quinientos dólares), y sin muchas preguntas”, me decía mientras su rostro se iluminaba con la esperanza de que ese día llegara pronto. Luego de estar aquí por casi dos meses, ahora entiendo porque la pregunta más común entre los hombres de Yemen es “estas casado?”. Cuando respondo que no, generalmente el que me pregunta se llena de compasión, y lo único que refleja su rostro es “el pobre, este todavía no conoce lo que es estar con una mujer”. Les digo, por más días que me pase en esta tierra, Yemen constantemente busca la forma de dejarme boquiabierto.


Friday, August 21, 2009

Manifestaciones


Un mar de humanidad se despliega intacto, revelándose gloriosamente sobre la desolación de un horizonte perpetuo. Nos separan diez mil años de historia, un código sintáctico, un sistema de fe, y un millón de interpretaciones. Mis ojos no se adaptan a lo extraño del paisaje. Como si un día me despertara y encontrara que el mundo como lo había concebido ya no era cierto. Aunque Yemen tiene el poder para crear ese sentimiento en el alma de cualquier extranjero, también tiene el poder para lograr todo lo contrario. Cuando profundamente observo a cada individuo, nuestra herencia común se refleja en nuestras almas como una resonancia que nos asegura que aunque en lo superficial parezcamos tan diferentes, en el fondo somos todos lo mismo. El mismo rio existencial fluye en todos nosotros, y todos compartimos esta intensa experiencia de ser humano. Aunque debido a nuestras circunstancias hayamos buscado diferentes maneras para sobrevivir, interpretado nuestro ambiente de manera disímil, y desarrollado sistemas de comportamiento completamente opuestos, no podemos negar que cuando nos miramos a los ojos, todas esas manifestaciones exteriores se diluyen, solo dejando la esencia viva que clama nuestra unidad. Al final, nada nos puede separar.

Thursday, August 20, 2009

Intimidad Yemenita


Aqui la "moda" es llevar los ojos desvelados. Esto es lo tradicional....




Mis hermanas Yemenitas dandole la bienvenida a Sarah de Inglaterra.






La juventud Haysiana...







Como pueden ver, despues de los 60, algunas mujeres deciden ensenarle la cara al mundo.



Wednesday, August 19, 2009

Sesión de Qat


Son las 2 de la tarde. La hora favorita en Yemen. El aire esta tupido y denso; las almas ya comienzan a desesperarse. Solo hay una cosa que brota de viveza ya que todo lo demás está muerto: el mercado de Qat. En este, el ambiente esta tenso, cada hombre presente tratando de negociar su dosis diaria. El bullicio ensordecedor refleja la exasperación de un país que no puede vivir sin su más preciado tesoro.
Ya son las 3:00. Las almas están tranquilas. Cada quien va rumbo a su casa con su funda amarrada al cinturón. Algunos no aguantan y comienzan a echarse las hojas en la boca. Ya los hombres en Yemen han comenzado a masticar, todos al son de un compas de bocas amargas y corazones contentos.
Ya son las 3:30. Ya todos están sentados de lado, unos frente a otros, en habitaciones especiales llamadas Mafraj. Aquellos infelices que siguen trabajando y no pueden darse el lujo de sentarse, mastican la hoja quitados de bulla mientras llevan a cabo sus labores. Este ritual sagrado puede durar el día entero, algunos masticando hasta la hora de dormir. Por lo general, los hombres aprovechan esta hora para hablar de los asuntos locales e internacionales, de los problemas del pueblo, de asuntos personales, y ya cuando se están sintiendo “bien”, generalmente las bocas se cierran y el silencio se vuelve prioridad. Como si el hablar ya no fuera necesario porque ya todo está dicho, y lo importante ya es solo ser.
La adicción nacional de Qat (hasta el Presidente es un orgulloso consumidor) es de los aspectos más pintorescos de este país. Las caras se deforman ya que mientras las hojas se mastican, se van almacenando debajo del buche. Mientras más “Yemenita” es un hombre, más deformada estará su cara. Los efectos de la hoja son variables. Al masticarlas, estas desprenden un amargo jugo que es necesario tragar. Luego de dos o tres horas masticando, algunos se sienten estimulados, otros se sienten relajados, y la mayoría se sienten Yemenitas. En lo personal, el Qat trato de evitarlo. En las tres ocasiones que me he aventurado a probar, la hoja me ha dejado con un dolor de barriga y una boca amarga. Muchos dicen que el 80% del efecto es sugestión social, y el 20% sobrante es una mezcla de 2 tazas de café expreso, con un cc de melancolía. Para serles sincero, creo que su uso proviene de las pocas fuentes de diversión que existen aquí. Después que te prohíben el alcohol y te quitan las mujeres, que puedes hacer?
La industria de Qat es una de las más poderosas en Yemen. Se han armado grandes riñas entre los propietarios de tierra ya que el valor de estas esta por las nubes. Muchos critican la industria ya que la planta no se puede exportar, ya que está prohibida en la gran mayoría de países. En Arabia Saudita y Omán, los dos países que hacen frontera con Yemen, consumir es un delito que puede llevar varios anos de prisión. Otra de los grandes problemas que produce la hoja es que le quita espacio a plantas comestibles, y ha obligado a Yemen a tener que importar muchos de los alimentos agropecuarios que consume. También, la producción de la planta conlleva cantidades industriales de agua, lo que agrava la crisis nacional de agua potable que existe en el país.
Al trabajar en Salud Pública, y observar algunos de los problemas de salud que enfrenta la población de Hays, uno de los más grandes problemas es el consumo de Qat. Muchos de los hombres gastan todo su dinero en la hoja (Si, como los dominicanos con el romo!), y dejan de comprar alimentos para su familia. Esto ocasiona que muchos de los niños que atendemos tengan problemas de nutrición. También, muchas mujeres embarazadas consumen, lo que agrava la situación doblemente.
En fin, Yemen es un país que no se concibe a si mismo sin el Qat. Cada quien lleva su adicción en lo más profundo del corazón. Como me dijo Bakheel hace unos días, “Sin Qat, no hay Yemen”.

Monday, August 17, 2009

Tormentas

El dragón del desierto ha retornado de su largo sueño. De su boca ruge el viento, que carga consigo la fuerza de un millón de años de soledad. Hays solo es sombra; lo que sobra de un crepúsculo radiante que con hambre digiere todo lo que toca. Mientras la arena se adueña de nuestras almas, la noche solo vela nuestra desdicha. Los entretejidos ventanales no aguantan la ira del desolado horizonte que ataca con fuerzas y sumerge todo en un mar de lija. Sin mucho algarabío, los pobladores caminan con ojos entreabiertos hacia sus moradas, y pacientemente esperan a que el monstruo los deje en paz. Deslumbrado, alcanzo montarme en una motocicleta para poder llegar a mi morada y refugiarme del estruendo. Como un mago, el motorista penetra las paredes de arena que chocan contra cada centímetro de piel. Mis ojos van cerrados, completamente incapaces de ser testigos visuales de aquel acontecimiento. Mientras me apeo para pagarle al valiente, observo las luces de los camiones que como fantasmas van rugiendo mientras luchan contra el desierto voraz. Llego a mi casa y por primera vez abro los ojos completamente. Recibo una llamada. El esposo de Sai’da no ha regresado del mar en tres días. Hassan me dice que piensan que piratas Somalíes probablemente lo arrojaron al mar y se llevaron su bote. Sai’da, con un niño pequeño y solo 20 años se ha quedado sola en este desierto imperdonable. Mientras Hays se vuelca en olas de arena, me sumerjo en una tristeza ancestral y le pido a Dios que tenga piedad de nosotros. Inshallah, el dragón nos abandonara pronto y el esposo de Sai’da retornara. Inshallah.

Mi equipo de trabajo: Conozcan los miticos de Hays


De Derecha a Izquierda delantera(para que se acostumbren al arabe): Hassam Mohammed, Alan Delmonte, y Bakheel Hasheim.
De Derecha a Izquierda trasera (luego de mucha practica y concentracion, si.....es posible): Rita Okeish, Fatima Shobeil, Fuzyah Khalil, Fatima Kareen, Dina Ismail. (Para serles sincero, estoy adivinando).
Equipo faltante: Hussein Hassan, Abdullah Yassin.

Los miticos de Hais

Saturday, August 15, 2009

El Alto Precio de la Virginidad

La virginidad se cotiza muy cara en la península Arabica. Una mujer que la haya perdido antes del matrimonio puede enfrentar todo tipo de calamidades. Hoy, mientras dialogaba con mis compañeros de trabajo, el tema surgió a flote luego de que se escuchara en la radio que un padre había asesinado a su hija luego de que esta lo deshonrara perdiendo su virginidad antes del matrimonio. Desde que el tema se introdujo en la reunión, todos los participantes se inflamaron de indignación por la bárbara actitud del padre, pero al mismo tiempo entendían su dolor y su desgracia. “Les digo, si yo fuera mujer y estuviera pasando por una situación similar, buscaría por todos los medios de buscar una excusa del doctor diciendo que perdí el himen por una caída o por cualquier tipo de accidente”, vociferaba Hassan mientras se dirigía a la reunión.
Y así tan seria es la cuestión por estos lares del planeta tierra. Generalmente, si una mujer pierde su himen por alguna caída o accidente, inmediatamente debe informar a la familia para que estos consigan una certificación medica que abale que la mujer no ha sido penetrada por un hombre, si no que desgraciadamente la ha perdido en algún tipo de accidente. Y a pesar de la certificación medica, inmediatamente la mujer pierde su himen, su precio disminuye en el mercado matrimonial. “Claro, quien sabe si el accidente fue real o no, la duda siempre le quedara al esposo”, murmuraba Bakheel mientras su rostro exaltaba rasgos de duda.
El cuerpo femenino es sagrado en Yemen. Según me cuentan, es sumamente difícil tener relaciones sexuales antes del matrimonio, ya que aquellos valientes que se propongan la difícil tarea de lograr aquella hazaña se ven expuestos a ser perseguidos y violentados por la familia de la mujer. “Es mejor buscarse una burra” decía Hassan mientras los demás se echaban a reír. “O mejor, fajarse a trabajar día y noche para algún día poderle pagar las sumas elevadísimas que piden estos barbarasos de Hays”, decía Hussein. Mientras la conversación proseguía, lo único que me pasaba por la mente es que no envidio para nada a estos míticos de Hays. A veces le doy gracias a Dios por haber nacido en Occidente.

Friday, August 14, 2009

La cultura del Inshallah

La religión Islámica es el eje central de la maquinaria cultural Yemenita. Su influencia se descubre en el ambiente de la misma manera en que el oxigeno se revela en el aire. En todos los poblados, por pequeños que sean, hay una mezquita que postra a la mayoría de rodillas cinco veces al día, por medio del conmovedor llamado a la oración que infunde en el ambiente un aura de misticismo y encantamiento. Imaginarse que cada vez que se oye aquella cadencia, alrededor de un billón de personas en todo el mundo se arrodillan a alabar a Dios. Y de la misma manera en que la mayoría de costumbres, tradiciones, y ritos se pueden justificar en el Islam, el lenguaje árabe está completamente rebozado de palabras y frases que de una manera u otra pregonan la solidaridad Islámica, y hacen que sea casi imposible de separar el idioma de la religión.
Inshallah es sin duda la palabra más utilizada en Hays. La palabra define la idiosincrasia de este pueblo perdido, que basa todas sus esperanzas en el “Si Dios Quiere”, o en el “Dios Mediante”. Es como si la voluntad personal la hubieran abolido y solo quedara el Inshallah, que por arte de magia, mueve y articula todas las facetas de estos habitantes. Al principio me desesperaba, ya que a muchas de las órdenes eran recibidas con un Inshallah, que en mi entender desliga la responsabilidad personal para dejarle la carga a Dios, que tal vez quiera o no quiera. Pero luego de estar aquí dos semanas, y poco a poco comenzando a entender los caprichos de esta tierra, sus carencias y abundancias, sus padecimientos y tribulaciones, la palabra lentamente se ha vuelto parte de mi propio vocabulario, ya que realmente nunca se sabe si las cosas van a salir como uno quiere. De verdad que a veces es mejor que Dios decida.

Tuesday, August 11, 2009

El invisible mundo de las mujeres

Administrar siete mujeres Yemenitas no es tarea fácil. Por costumbre, las oficinas habitadas por mujeres siempre se mantienen cerradas, ya que generalmente estas se descubren los rostros mientras trabajan. Cuando un hombre quiere entrar a estas oficinas, debe tocar la puerta, esperar a que las mujeres le den permiso para entrar, y luego tímidamente abrir la puerta con los dedos cruzados con la esperanza de que todas se hayan cubierta de manera apropiada. Otra de las costumbres amerita que cuando te reúnes con una mujer, es estrictamente necesario dejar la puerta abierta para que todos los demás empleados puedan observar lo que está pasando dentro (por si las moscas). También, cuando las mujeres tienen que ir a cualquier lado (incluyendo entrenamientos en la capital, visitar pacientes en los poblados, etc), siempre tienen que ir acompañadas de algún hombre (su hermano, primo, o familiar) que vele por ellas. Como administrador, es realmente una pesadilla logística ya que los costos siempre se incrementan debido a las limitaciones y restricciones que estas presentan.
Como me decía Hassan, “Aquí uno paga tanto por las mujeres, que cuando ya la tienes, te sientes que te pertenecen. Por ejemplo, cuando me case con Rita, puedo decirle con quien puede estar, cuando puede salir, que puede y no puede hacer, en fin, lo que me plazca”. Y así piensan la mayoría de Yemenitas. Debido a los altos costos que tienen las mujeres, y el sacrificio económico que estas representan, después que el nudo se amarra, la mujer pasa de ser propiedad de su padre a ser propiedad de su marido.
Hoy fui con dos de mis colegas a realizar un censo de personas con discapacidades físicas en uno de los lugares más remotos de Yemen. Duramos una hora transitando por una carretera polvorienta en medio del desierto hasta que llegamos a un lugar olvidado por los Dioses. El poblado, al pie de unas montanas enormes sin una gota de vegetación, carece de electricidad y agua potable. Desde que nos apeamos del carro, fue como si las chicas se hubieran puesto un traje de invisibilidad, y hubieran penetrado una dimensión paralela. Las volví a ver cuando estábamos en el carro a punto de partir.
El mundo de las mujeres en Yemen es prácticamente invisible para los hombres. En las zonas rurales es casi una alucinación cuando ves alguna caminando en la calle, y si miras bien, es probable que sea una africana disfrazada de Yemenita. Los lugares públicos están poblados de hombres, todos voceando y portándose como bestias. Claro, no hay ninguna mujer para poner el orden.
Los hombres raramente hablan sobre sus mujeres, y tienes que ser muy dichoso para que te presenten una mujer de su hogar. Tengo más de diez días en este desierto y todavía no conozco las madres ni las hermanas de mis compañeros de trabajo (aunque desgraciadamente si conozco todos los hombres de sus familias, y como dice el refrán, ya el calor de hombres me está empollando).
Y así es Yemen. Como si el mismo Dios hubiera bajado del cielo a dictar que los hombres y las mujeres son dos razas distintas que tienen que minimizar el tiempo que comparten. Como si un genero fuera toxico para el otro (que en definitiva lo es…no creen?), y para no morir, hay que regular la cantidad de toxinas que ingerimos para no morir de….amor? Para serles sincero, no entiendo la razón de la amplia separación de género que existe en este lugar del mundo. Hay teorías que dicen que hace miles de años esta región del mundo estaba regida por una sociedad matriarcal sumamente poderosa, y que luego de que esta desapareciera, los hombres decidieron aplicar las leyes actuales para prevenir otra pesadilla como aquella.
En fin, no entiendo el porqué de estas cosas. Lo único que se es que como hombre solo tengo acceso a una parte de la experiencia Yemenita. Para conocer la otra mitad, tendría que volver a nacer.

Monday, August 10, 2009

Una Raza Especial

Vivir aquí es un arte reservado para una sola raza de hombres: aquellos que dentro de sí han reservado la reciedumbre de miles de años de abatimiento. El cordón umbilical del inmundo desierto se vislumbra en el vientre de este linaje de hombres y mujeres, que orgullosamente despliegan su rigor en la austeridad de su carácter y en la esplendidez de su generosidad. Ser el único extranjero en un pueblo moldeado y creado exclusivamente para sus habitantes, ha sido una oportunidad para entender las sutiles (y no tan sutiles) dinámicas sociales, culturales, y económicas que hacen de Hais un lugar inolvidable.
En la cuna del mundo árabe, la pirámide de prioridades se revierte a su forma original: Las cosas que en Occidente consideramos insignificantes, aquí son de primer rango. Como me dijo el padre de uno de nuestros pacientes, “Aquí en Yemen el dinero no es importante, lo único que importa es estar bien con uno mismo y con los que te rodean, y claro, por lo menos tener alguito para la diaria sesión de Qat”. Y allí destilo todo lo que he podido percibir de esta seductora tierra: Lo principal es estar bien con Allah, la familia, y la tribu. Todo lo demás es secundario. Y así lo he confirmado. El Yemenita es un ser sumamente desinteresado. No piensa mucho en lo que tiene ni en lo que no tiene. La mente de los hombres generalmente está enfocada en su próxima sesión de Qat, y la de las mujeres en su futura boda o en el bienestar de sus hijos. La vida se reduce a su mínima expresión, mermando los delirios de grandeza y los egos languidecidos. Como si el tiempo, el espacio, y el clima hubieran destilado lo que realmente importa, y en un instante fugaz, yo estar allí, inmóvil, entre la confusión de un choque cultural de proporciones gigantescas, absorbiendo todo este conocimiento que se ha quedado impregnado en esta tierra, embelleciendo el monótono mar de arena que íntimamente convive con estos seres extraordinarios.

Sunday, August 9, 2009

Relaciones Intra-Familiares....Yemeni Style

Una de las razones principales por la que un proyecto dirigido a personas con discapacidades físicas se encuentra en este rincón perdido de Yemen se debe a las relaciones maritales entre familiares. Desde que llegue a este polvoriento pueblo he estado tratando de indagar la razón por la que esto sucede, pero hasta el día de hoy no había tenido éxito. Luego de charlar un largo rato con uno de mis amigos Yemenitas, la razón surgió lentamente mientras este me exponía lo mucho que ama a su prometida. “Por Fátima soy capaz de esperar todos los años del mundo. A diferencia de algunos, que para no tenerle que pagar una fortuna al padre de cualquier mujer decente en Hais, eligen a una prima o a una tía de su misma edad, la cual le sale casi gratis”. Y allí Ali había dado en el grano. La razón por la que los pobladores de Hais se arriesgan a tener una descendencia con un rango casi infinito de problemas se debe a la escases de Fulus (dinero). Típico, no creen?

Friday, August 7, 2009

Bajo el cielo del Tihama

En el desierto del Tihama las camas están fuera de las casas. El calor de la noche invita a que el sueno se concilie bajo las estrellas, como si el dormir fuera un momento para reconciliarse con el universo. Los pobladores, luego de que terminan sus faenas y atienden sus mujeres, se postran en sus camas para observar el estrepitoso cielo que como un plato infinito se extiende en todas direcciones hasta donde alcanza la vista.
Es por esto que todas mis noches en este magnánimo desierto han sido veladas por la luna. Mi primera noche la pase dentro del apartamento y fue obvio el porqué era necesario dormir fuera de esta. Como vivo en el tercer piso de la estructura más alta del poblado, decidí usar el techo como habitación para dormir. Generalmente, cargo el colchón de mi aposento hasta el techo, y allí me lanzo para disfrutar de la cálida brisa del desierto y de los disimulados colores de la noche. Generalmente, mientras esta transcurre, me despierta el llamado a la oración que a las cuatro de la mañana se sumerge en lo más profundo de la esencia de Morfeo como una melodía melancólica.
El despertar es un acontecimiento sumamente surreal. Generalmente lo que me despierta son los nerviosos cantos de los cuervos y las heroicas coplas de los falcones, que me observan arduamente mientras se balancean sobre el muro que rodea el techado. Es como si todas las mañanas lo primero que sientas es que eres una presa de un desierto que clama satisfacer su necesidad. Como si este quisiera que no te olvides de que estas hecho de carne y que tu vulnerabilidad es real.
Vivir en el Tihama no es cosa fácil. Las necesidades “básicas” no se consideran “básicas” aquí; son lujos reservados para la gran mayoría que vive fuera de esta zona del planeta. El asearse, el dormir, el ser y el estar siempre se dificultan por la escasez de agua, el agobiante calor, y la recalcitrante arena. Lo único que este desierto ofrece es la posibilidad de endurecer el alma, de dominar los pensamientos, y de poder convivir con personas que tienen mucha sabiduría que brindar.

Monday, August 3, 2009

Desvelando a Hais: Tierra imperdonable, donde la arena y el amor conviven

Cinco de la mañana. Pegajoso, sucio, desvelado. La arena se siente en la boca, en la frente, en cada rincón del cuerpo. La oscuridad no invita el fresco. Todo lo contrario, la oscuridad invita más calor. Mientras observo mi incomodidad, trato de no identificarme con ella.
Así ha transcurrido mi primera noche en Hais. Como si el desierto hubiera vomitado este pueblo desde lo más profundo de sus entrañas, y en ese proceso, yo estar allí, ingenuamente esperando en los labios del dragón. El sol ya comienza a revelarse tras las nubes. La noche ha sido, y yo no fui con ella. Los habitantes de Hais ya comienzan su jornada. Se oyen las cabras, los camiones, el zumbido del polvo, el canto de un cuervo que con hambre espera su presa. Mientras los espíritus del Tihama empiezan su dia, ajenos, indiferentes a la condición del desierto, yo los coloco en el más alto peldaño de admiración. Parece como si la inmutabilidad del paisaje se quedo reflejada en sus almas, y ya nada les puede hacer daño.
Ya el sol ha regresado. No hay donde esconderse. Lo único que es posible es tratar de humildemente adaptarse a los caprichos de esta tierra que jamás ofrece sorpresas. La condición es clara: el calor sofocante solo sabe regresar, y el olor a carne cansada vuelve a invadir mientras cabalga determinado en cada grano de arena. No me puedo imaginar lo que es estar discapacitado en esta región del mundo.
Y asi como el lugar es aspero e intocable, lo unico que he recibido de todos los que he conocido es un desborde de amor. Como si el apoyo mutuo fuera la unica forma de sobrevivir. Y creo que asi lo es. Con todo y todo, Hais ya esta ocupando un importante lugar en mi corazon.

Desvelando a Hais: Tierra imperdonable.

Cinco de la mañana. Pegajoso, sucio, desvelado. La arena se siente en la boca, en la frente, en cada rincón del cuerpo. La oscuridad no invita el fresco. Todo lo contrario, la oscuridad invita más calor. Mientras observo mi incomodidad, trato de no identificarme con ella.
Así ha transcurrido mi primera noche en Hais. Como si el desierto hubiera vomitado este pueblo desde lo más profundo de sus entrañas, y en ese proceso, yo estar allí, ingenuamente esperando en los labios del dragón. El sol ya comienza a revelarse tras las nubes. La noche ha sido, y yo no fui con ella. Los habitantes de Hais ya comienzan su jornada. Se oyen las cabras, los camiones, el zumbido del polvo. Mientras los espíritus del Tihama empiezan su jornada, ajenos, indiferentes a la condición del desierto, yo los coloco en el más alto peldaño de admiración. Parece como si la inmutabilidad del paisaje se quedo reflejada en sus almas, y ya nada les puede hacer daño.
Ya el sol ha regresado. No hay donde esconderse. Lo único que es posible es tratar de humildemente adaptarse a los caprichos de esta tierra que jamás ofrece sorpresas. La condición es clara: el calor sofocante solo sabe regresar, y el olor a carne cansada vuelve a invadir cabalga en cada grano de arena. No me puedo imaginar lo que es estar discapacitado en esta región del mundo.

Saturday, August 1, 2009

Ser y No Ser: Una Cuestion de Genero

Hay un ritmo, una cadencia, un letargo en la manera en que se mueven las almas, como si de repente todo hubiera desaparecido y solo quedara ese individuo cruzando la calle, ajeno a las decenas de carros que esperan que su cuerpo avance para ellos poder cruzar. Tal vez es la manera en que todos usan las bocinas, no como un sistema de alerta, pero como si estuvieran allí para anunciarle al mundo “!!YO EXISTO!!””, o tal vez para unirse al festival de bocinas que conjuntamente hacen de Sana’ a un carnaval Fellinesco. O quizás sea la forma en que los hombres andan agarrados de manos, dedos entrecruzados, tribalmente demostrando que no están solos en el mundo. Es posible que sea el calor, o los cientos de años luchando por los pocos recursos naturales, o las 50 millones de armas largas (esto es un hecho) que rondan por cada rincón. Es probable que todo se deba a la ausencia del género femenino, todos deseando a la misma vez que todas las mujeres excepto mi madre y mi hermana se quiten de una vez por todas esos mantos negros que previene que mis pupilas se ensanchen. Cualquiera que sea la razón de que Yemen sea un mar de testosterona, cojones, y anarquía, navegando lentamente sobre un paisaje inmutable, la vida aquí es un continuo “corazón en la boca”, como si el vivir en el borde fuera la única forma de ser y sobrevivir.

Hoy he perdido mi vuelo a Hodeidah ya que el director se quedo en los brazos de Morfeo, y mi llamada a las 5 de la mañana finalmente lo saco de su dulce estado. Tratamos de llegar al aeropuerto lo más pronto posible, algo que generalmente significa tirarse de la ventana y montarse en un carro en movimiento para finalmente recibir la triste noticia de que el avión ya está en la pista y nada se puede hacer. Parece que el desierto me está dando chances para que cuando llegue no lo insulte quejándome de su aspereza y su impiedad.

Ayer tuve una gran conversación con una de mis mejores “amigas” Yemenitas, un término que en Yemen podríamos redefinir como una tensa, afectuosa, y paranoica relación entre un hombre y una mujer. Abeer debe tener de 22 a 25 anos, y mediante la pulgada desvelada que descubre sus ojos, hemos podido establecer una pequeña amistad, más que nada nacida de la curiosidad de explorar mediante las experiencias de otro, lo que se esconde del otro lado del mundo. Por esta pulgada descubierta, Abeer, y la gran mayoría de mujeres Yemenitas, se ven forzadas a expresar su alegría, sus temores, sus sueños, y la esperanza de un futuro mejor. Es por esto que los ojos de las mujeres en este rincón olvidado de Arabia parecen tener vida propia, como si hubieran aprendido luego de siglos de ser la única ventana al mundo, a decirlo todo sin necesidad de hablar; como si las miradas fueran teatrales, como si pudieran filmar películas mudas, solo balanceando todas las emociones en un abrir y cerrar de ojos.

En nuestra conversación, Abeer me contaba del pesado universo de regulaciones, tradiciones, y costumbres que la mujer en Yemen tiene que soportar. Después de ser la prometida de un joven llamado Ahmed, decidió dejarlo (un privilegio que solo tienen algunas chicas provenientes de la capital, generalmente provenientes de familias cultas y adineradas) ya que su familia le cohibía su libertad, y se sentía como una pajarita enjaulada entre todas las mentes de los parientes de Ahmed. Me dijo que muchas de sus amigas están presas en familias similares, y que ella ahora tiene miedo de volverse a comprometer, ya que en muchos casos las apariencias modernas pueden esconder más tribulaciones que aquellas “tradicionales”. Su generación, que ha sido ligeramente influenciada por las tendencias liberales provenientes de Occidente, día a día batalla con algunas de las expectativas sociales que todavía siguen muy prevalentes en Yemen. Es por esto que Abeer sigue soltera, en un país donde ensenar públicamente más que solo los dos ojos, se considera un acto imprudente. Luego de oír su caso, solo veo dos maneras de afrentar la situación: una revolución femenina en todo el mundo árabe, o simplemente resignarse y tratar de adaptarse a la situación como lo han hecho las mujeres por cientos de años.

Ojos Que Miran

Si mezclas las Mil y Una Noches con el cine mas caotico de Luis Bunuel, es posible que sientas el amargo y dulce sabor de lo que es vivir en un pais como este. Un mundo donde el desenfrenado espiritu del desierto trata de convivir con la atmosfera sagrada del Islam. Un pais donde despues de las 2 de la tarde, todo el mundo se deforma masticando inmensas bolas de Qhat, y al mismo tiempo oyes el llamado a la oracion que como un eco penetra los escrupulos del mas insensible. Despues de dos semanas conviviendo con los arabes, me he convencido de que la unica forma de entender esta misteriosa tierra es simplemente no tratando de entenderla. Hay que simplemente aceptar las cosas como son, y tal vez despues de varios meses de adoptar esta actitud, rezar para que el espiritu de este dragon invisible se sumerja en el entindimiento.

Mientras tanto, mis dos semanas en Sana’a (la capital) han llegado a su fin. He disfrutado bastante de su frescura, su ciudad Antigua, y sus interesantes habitantes. Manana me espera un avion para la region del Tihama, descrita en los libros de geografia como el estrecho de tierra que separa el mar rojo de la cordillera Yemenita, extremadamente caliente, carente de rios y Oasis. Alli estare por los proximos 10 meses, enfrentando el calor, el aislamiento, y la grandiosa aventura que sera compartir con estos ancestrales habitantes que por cientos y cientos de generaciones, han sobrevivido en ese mar de arena y calor.