Wednesday, December 9, 2009

Los Hijos Bastardos de Yemen

Yemen es una quimera de ideas inscritas profundamente en el alma de una nación que reúsa ser influenciada. Como un zorro solitario le es indiferente a todo lo proveniente de Occidente, a sabiendas de que si acepta cualquier elemento, tendrá que aceptarlo todo. Como protectores de un elixir añejado por miles de años, el Yemenita defiende su cultura apasionadamente, como si todo lo que existiera fuera de sus fronteras fuera impuro. Por lo general, el joven Yemenita no cuestiona las costumbres y tradiciones impuestas por sus antecesores, y se siente orgulloso de acentuar su antigua cultura dentro los marcos de su generación. Es por esto que viajar a Yemen en el siglo 21 es adentrarse a un mundo olvidado, macerado completamente en el ocaso de tiempos pasados. Dicen que un día el ángel Gabriel decidió salir con Adán a visitar el mundo contemporáneo. “Esto es Italia, esto es Francia, esto es Turquía”, explicaba pragmáticamente el ángel, mientras Adán abría los ojos grandemente con la sorpresa que despliega un Buda cuando alcanza la iluminación. “Pero Gabriel, no puedo creer lo que todo ha cambiado!”, entonaba Adán estupefacto. Cuando llegan a la península arábica el ángel anuncia “…y esto es Yemen”. “Ohh Gabriel!”, expresó el hombre original aliviado. “Por fin algo que reconozco!”. Aunque la gran mayoría de Yemenitas comparten esta enraizada idiosincrasia que ayuda a mantener la cohesión en un país dominado por tribus ferozmente independientes, existen casos como los de Hiatt Shubeil, víctimas de una sociedad que tolera muy poco aquellos que rompen reglas elementales. Esta portentosa mujer de treinta años, en un acto rotundo de fuerza y rebeldía, lleva su pomposa melena al aire y sus despampantes atributos claramente visibles. Ella es el fruto de una estricta sociedad que desecha a los que rompen las reglas al amparo de la ínfima influencia extranjera que ha podido penetrar el sellado cosmos de esta enclaustrada nación. Hace seis años, Hiatt era la típica joven Yemenita; usaba el niqab, el cual empleaba para cubrir su rostro, y disimulaba su esbelto cuerpo con el balto. Debajo de toda esta tela, Hiatt ocultaba un peligroso secreto: estaba embarazada. Sabía con seguridad que si anunciaba su condición no solo sería desterrada por toda su familia, sino que tendría que cargar con la eterna vergüenza para siempre. Luego de muchas noches en vela, tomo la decisión más difícil de toda su vida: llevaría a cabo el embarazo, y daría luz a su más grande tesoro. Luego de publicar la noticia, Hiatt fue expulsada de su hogar, y tuvo que a fuerza de sudor mudarse sola en un apartamento y preparase para vivir la difícil experiencia de ser una madre soltera en Yemen. Luego de ser catapultada al vacío por sus amigos y familiares, Hiatt es hoy una viga de poder. Mientras me cuenta su historia, sus temblorosas manos aprietan fuertemente la taza de café que se bebe diariamente en Coffee Trader, lugar acudido por todos los extranjeros de Sana’a. “Es increíble que el único lugar donde he encontrado aceptación es aquí. Es el único sitio donde no me juzgan, y donde puedo expresarme libremente y disfrutar quien soy”, me comenta enajenada, mientras nostálgicamente su mirada se pierde en el mar de extranjeros que nos rodean. “Por eso he decidido soltarme el pelo y vestir como las mujeres europeas. Si mi propio pueblo no me acepta, encontrare quien lo haga!”, me anuncia enérgicamente, mientras su cara encandilada refleja la frustración profunda de una generación atada al pasado, que lucha diariamente para encontrar su lugar en el mundo. Hiatt es el reflejo de una minoría de Yemenitas, que ofuscados por una tierra que se resiste a cambiar, alucinan un mañana diferente en el que puedan tomar sus propias decisiones sin tener que enfrentar los demonios que han sobrevivido en la idiosincrasia de las mentes que los rodean. “Tengo fe de que este país cambiará”, me comenta Hiatt esperanzada. Mientras tanto, Yemen sigue navegando en los mares del pasado, orgullosamente desplegando la intocable esencia que protege tan arduamente. Es posible que al final nos demos cuenta de que Yemen tenía razón. Cuando todos los países del mundo hayan perdido su identidad, víctimas de la ciega transculturización que actualmente homogeniza al planeta, Yemen será un acantilado de agua fresca donde podremos recordar lo que habremos perdido, y añorar melancólicamente la diversidad que una vez fue.

5 comments:

  1. Wao!!!!!!!!!Que profundo me llego esto!!!!!!!puffff

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  2. Alan, la verdad es que tus escritos surgen de lo mas profundo del alma humana!!!!!

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  3. Muy buena lectura, como lo usual. Es duro tener que vivir en tales condiciones sin derecho ni opciones de decidir en que o en quien creer o que costumbres seguir. La belleza de una mujer no debería ser oprimida. Saludos y suerte Alan.

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  4. Es increible como sacas tanta sustancia de una realidad tan seca, calurosa y polvorienta. Es posible que veas todo desde otra dimension; estoy seguro que yo solo hubiese percibido vistas fijas y contrastes chocantes. Es lo que diferencia a los escritores. Saben abstraer las esencias detras de las realidades tangibles. Muy buen escrito. Sigue dandonos mas por favor.

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