El mercado de Pescado
Vista aerea de la ciudad
Vendedor de Qat
Aden es un espasmo, una violenta contracción entre la crudeza de una tierra indómita y el imperio que trató de doblegarla. Un aborto de paisajes bizarros que contienen una belleza indescriptible, imposible de encasillar o definir. La antigua capital de Yemen del Sur se balancea en un trípode de culturas que de alguna u otra forma influyeron en su desarrollo. Caminando por sus anchas calles, los edificios construidos por los británicos durante los más de ciento veinte años de ocupación, siguen allí, la mayoría cruelmente desfigurados por la sal y el calor. Atravesando los caóticos mercados saturados de una viveza inigualable, todavía se observan los residuos de más de veinte años de Marxismo, en los libros rusos que se despliegan en todas las aceras y contenes. Aquella mezcla de un pueblo apasionadamente Islámico, con un toque de promiscuidad británica, y un cc de ateísmo Marxista, hacen de Aden una quimera de posibilidades. Construida alrededor de un volcán, Mahoma predijo que uno de los signos del fin del mundo se dará a conocer cuando Aden se consuma en fuego. Siendo la ciudad más liberal de Yemen, donde existen alrededor de cinco discotecas y una afamada cultura subterránea de prostitución, la profecía de Mahoma ya se está justificando. El Yemenita de Aden es una criatura muy diferente a sus hermanos del norte. Generalmente no carga consigo Jambiyahs (cuchillos curvos), y su carácter es más liviano y alegre. Las mujeres están ligeramente menos dispuestas a cubrir sus rostros, y aunque lo hagan en las calles, desde que entran a lugares más reservados, son rápidas en quitarse el velo y revelar su acreditada belleza. Mi primera noche en Aden fue memorable. A las dos de la mañana, bajo el encanto interminable de Ramadán, las calles del mercado de Cráter están abarrotadas de miles de personas que frenéticamente realizan todo tipo de transacciones comerciales. Mesas de billar adornan las aceras, chivos y ovejas corretean por doquier, y el olor a tiburón fresco adorna el ambiente con una sanguinaria fragancia que es imposible de olvidar. Mientras me quedo pasmado observando aquel mar brioso, comienzo a entender porqué Aden es aborrecida por unos, y apasionadamente amada por otros. Un lugar que se reniega a ser descrito, generalmente genera emociones fuertes. Mientras tanto, el volcán de Aden sigue allí, encantando sus habitantes como un alacrán hambriento, tratando de hipnotizar a su presa antes de inyectar su letal veneno.
vaya contraste!!!
ReplyDeletepero hijo como sabes que hay prostitutas dice tu suegro, cuidao contigo, jajaja, la verdad que es un contraste grande ese, cuidate
ReplyDeletewow!! que mezcla ehh!! ese mitico Volcan ya me lo imagino... que bueno que estas moviendote y conociendo cada vez mas y mas ese increible pais!! un abrazo
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