Hay quince hombres que quieren matarte. En tu vientre se refleja el terror del incomprensible y siniestro sentimiento que genera el odio en su más pura esencia. Se acercan rápido hacia ti y ya casi llegan a tu única pertenencia: tu pequeña choza en medio del desierto. Los ojos de los verdugos irradian la rabia de mil años de impiedad. Sus puños aprietan los machetes como sogas que despiadadamente aprietan el cuello de un fusilado. Sales corriendo aterrorizada. El destino no importa. Lo único que te incumbe es sobrevivir. Tus pies callosos sangran mientras chocan violentamente contra el suelo rocoso del desierto, que en silencio vela tu desgracia. Te cae la noche. Te acompaña el único hijo al que pudiste salvar. Mientras le lloras a la noche tu dolor, solo piensas en tu familia que quedo atrás. No puedes creer lo que te está pasando. Mientras te duermas debajo de una palma, le ruegas a Allah que todos sea un sueño.
Ya han pasado seis meses; los más difíciles de toda tu vida. Ya has vendido tu cuerpo para poder subsistir, pero como quiera, tu cuerpo y el de tu hijo ya han perdido la mitad de su peso. Cuando te miras en el reflejo del mar, que arropa el pequeño poblado de pescadores adonde encontraste un poquitito de paz, no eres capaz de reconocerte. Eres solo el crepúsculo de una felicidad que falleció por circunstancias que todavía no eres capaz de entender. Un día como cualquier otro, Dios pareció escuchar tus plegarias: el hermano de tu padre aparece en el poblado, prometiendo llevarte a Yemen. Te dice que allí son musulmanes y que seguro les tendrán compasión a sus hermanos Somalíes. Te encuentras ahora en un bote cruzando el Mar Rojo. Luego de tres días en el mar, el capitán te ordena que te lances al mar, ya que llegar a la costa es muy peligroso. Aunque más de dos kilómetros separan el bote de la costa, te lanzas sabiendo que muchos perderán su vida, y le das gracias a Dios por haber aprendido a nadar en tu niñez. Luego de casi media hora en los que fuiste incapaz de llegar a la costa, un bote salvavidas de la Naciones Unidas vino por ti. Ahora vives en una casa de campaña, en el campo de concentración más grande de Yemen: Kharaz. Te rodean alrededor de veinte mil refugiados, todos con historias como la tuya. Sobrevivientes del odio, del desierto, del mar, del sol, y de la luna. Hombres y mujeres que han hecho de la esperanza su único refugio. Monumentos al espíritu humano, que incansablemente enfrentan cada día con la frente en alta y con la ilusión de que el futuro traiga cosas mejores. Hoy te he conocido, querida Salwa. Allí estas, viviendo otro día mas en esta sucesión de tiempo en el que te has visto expuesta a todo lo que la mayoría le teme. Quisiera llevarte conmigo y poder darte paz. Pero las circunstancias no me lo permiten. Solo puede acompañarte brevemente en tu camino, y orar por ti para que tú y los tuyos algún día puedan volver a su tierra y vivir como debería vivir todo ser humano. Lo único que te pido querida Salwa, es que nos tengas compasión a nosotros, que hemos observado tu país sucumbir y entrar en las más oscuras tinieblas, y no hemos hecho absolutamente nada. Como Poncio Pilato nos hemos lavado las manos, y hemos dejado millones de personas como tú a la merced de la adversidad. Solo espero que Dios tenga compasión de ustedes, mi querida hermana. Te deseo lo mejor.
Hermano, gracias por hacer algo palpable de una realidad que parece tan ajena. Es de esta manera que podemos unir nuestras voluntades para cambiar la voluntad del universo. Gracias de nuevo, lo aprecio mucho.
ReplyDeletehola alan...no se si es que hace mucho que no entraba al blog...o si simplemente se te escapo...pero es que no recuerdo quien es salwa ?
ReplyDeleteEsta es una de las cosas que a veces pensamos que solo pasan en las películas, pero tristemente son el pan de cada dia de los somalíes.
ReplyDeletewow hermano!! que fuerte!! vivimos tan ajenos a ese tipo de cosas... Somalia!! wow! que salvajismo, que pena... tantas cosas que agradecer y tanto que nos quejamos... Dios se apiade de ellos y derrame sus bendiciones sobre aquel mitico pueblo... un abrazo...
ReplyDeleteBro es uno de los escritos mas impactantes, increible la manera que lo has contado!! Que don mi hermano!!
ReplyDeleteIncreible q ciego estamos y tantas veces q nos quejamos por tonterias y no nos detenemos a mirar el dolor ajeno.Gracias Alan una vez mas por mostrarnos la realidad.
ReplyDeleteImpactante!!!!
ReplyDeleteY tu forma de narrar es impresionante!
Nos vemos pronto!
Excelente artículo amigo. A los demás lectores que reconocen haberse hecho ajenos a esta realidad, más importante aún es reconocer la realidad de un país hermano muy cerca de nosotros. Es más fácil ayudarlos a ellos o a nuestros desposeídos, que a los desposeídos de tierras muy lejanas.
ReplyDeleteMuy buena forma de relatar y muy triste la vida de esas personas..A veces hay que estar en otros lugares y ver lo que sucede allí para poder valorar lo que tenemos y darnos cuenta que la vida puede ser peor en otras partes.. Dar gracias a Dios todos los dias por lo que tenemos y orar mucho por esas personas que sufren injustamente..
ReplyDeleteDos cosas:
ReplyDelete1) Debemos darle gracias a Dios porque nuestro pais, en medio de todas las dificultades en las que vivimos, todavia es un paraiso en comparacion a esas atrocidades.
2) De acuerdo con Luis Pichardo. A veces nos refugiamos en que esas cosas pasan muy lejos de nosotros y no hay nada que podamos hacer. Sin embargo a nuestro alrededor hay muchas situaciones en las que podemos ayudar a nuestros hermanos menos afortunados.
Alan, excelente articulo.
Hola Alan.
ReplyDeleteTe felicito por tan bonita labor que realizas....♥
cuantas veces me levanto y me quejo por cualkier cosa y peleo por tonterias y alla fuera en el mundo real si vive la pena y miseria de este mundo en la vida hay que ser agradecido con lo que tenemos gracias por hacermelo recordar
ReplyDeletevery nice... Alan
ReplyDeletenow you have avery good experience about Yemen
Sahar
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