Seamos!

Los días en el desierto se consumen lentamente, mientras las almas coexisten estrictamente en el presente. Como si el infinito paisaje se hubiera plasmado en la conciencia de estos imbatibles seres para concederles el más grande secreto: solo tenemos el momento vigente. En Yemen el mañana es un Inshallah, y el ayer un suspiro enterrado en el silencio. Mientras en Occidente nos planeamos una vida y nos olvidamos de brindar una sonrisa, en esta vehemente desolación se conserva todavía lo que perdemos cada día en nuestra ‘avanzada civilización’. La ardua sensación de estar en un constante hacer, siempre olvidándonos del humilde ser, aquí se sustituye en un glorioso “seamos!”, que se exalta obviamente en la imperturbable actitud que despliegan gozosamente estos exaltados espíritus. “Si quieres ver a un yemenita realizado, concédeles un techo, una mujer, unas cuantas hojas de Qat, y un trabajo”, comenta Bakheel, mientras trata de describirme el carácter Yemenita. “Es todo lo que necesitamos!”.