En el desierto del Tihama las camas están fuera de las casas. El calor de la noche invita a que el sueno se concilie bajo las estrellas, como si el dormir fuera un momento para reconciliarse con el universo. Los pobladores, luego de que terminan sus faenas y atienden sus mujeres, se postran en sus camas para observar el estrepitoso cielo que como un plato infinito se extiende en todas direcciones hasta donde alcanza la vista.
Es por esto que todas mis noches en este magnánimo desierto han sido veladas por la luna. Mi primera noche la pase dentro del apartamento y fue obvio el porqué era necesario dormir fuera de esta. Como vivo en el tercer piso de la estructura más alta del poblado, decidí usar el techo como habitación para dormir. Generalmente, cargo el colchón de mi aposento hasta el techo, y allí me lanzo para disfrutar de la cálida brisa del desierto y de los disimulados colores de la noche. Generalmente, mientras esta transcurre, me despierta el llamado a la oración que a las cuatro de la mañana se sumerge en lo más profundo de la esencia de Morfeo como una melodía melancólica.
El despertar es un acontecimiento sumamente surreal. Generalmente lo que me despierta son los nerviosos cantos de los cuervos y las heroicas coplas de los falcones, que me observan arduamente mientras se balancean sobre el muro que rodea el techado. Es como si todas las mañanas lo primero que sientas es que eres una presa de un desierto que clama satisfacer su necesidad. Como si este quisiera que no te olvides de que estas hecho de carne y que tu vulnerabilidad es real.
Vivir en el Tihama no es cosa fácil. Las necesidades “básicas” no se consideran “básicas” aquí; son lujos reservados para la gran mayoría que vive fuera de esta zona del planeta. El asearse, el dormir, el ser y el estar siempre se dificultan por la escasez de agua, el agobiante calor, y la recalcitrante arena. Lo único que este desierto ofrece es la posibilidad de endurecer el alma, de dominar los pensamientos, y de poder convivir con personas que tienen mucha sabiduría que brindar.
Friday, August 7, 2009
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Wow Alan... esto de verdad que te salio bello. Dormir afuera y poder disfrutar del cielo infinito cargado de estrellas, donde la Luna te vela el suenio, y sientes esa brisita calida de la noche... eso es ser UNO con el UNIVERSO.
ReplyDeleteWow y con que frecuencia se baña una persona en ese lugar?
ReplyDeleteAdmirable! Estas en paz contigo mismo...
ReplyDeleteUn saludo afectuoso desde Indiana en USA, como has podido comprobar los dominicanos estamos diseminados por todo el planeta jajaja. Te confieso que esta noche tenía planeado acostarme a las diez para levantarme bien tempranito por diligencias personales y como ya es costumbre ponerme al día con Remolacha net sucedió que me encontré con tu blog. Ha sido una experiencia inolvidable en compartir contigo estas horas a través de escritos y vivencias realmente emotivos. ¡Oyes, tienes una capacidad de transmitir extraordinaria! Sé que de esas experiencias viene algo realmente positivo y grande aunque no sea ahora, de modo que no descuides ningún detalle por insignificante que te parezca y dale riendas a ese lápiz virtual. Ya me agregue como seguidor de tu portal y te deseo de corazón que Dios te proteja y de sabiduría en todo momento para que sigas creciendo como un gran ser humano. Un abrazo sincero y te seguiré leyendo.
ReplyDeleteEs increible cuando nos alineamos con las estrellas y el universo... que buena experiencia y que bueno ver el significado que tienen las pequenas cosas, algunas que para nosotros son cosas irrelevantes en otro parte del mundo son consideradas un privilegio!
ReplyDeleteSe aprende a amar las presencias en las ausencias... Es lo que estás viviendo... Simplemente hermoso!
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